SANTO DOMINGO. El traguito de ron en vistoso vasito de colores, dos o tres tiras de hierba para los camellos, un cigarrillo Cremas de La Tabacalera para Melchor y la infaltable cartita de deseos –una bicicleta no se podía quedar- forman parte de nuestro imaginario de anhelos infantiles casi nunca satisfechos.
Se trata de nuestro desvencijado baúl de fantasías de Reyes Magos, de la Vieja Belén que nunca trae nada y del Santi Cló rojo y blanco, aunque éste último llegó tarde a nuestras historias de infancia.
Esta noche es vísperas de Reyes. Desconozco cómo viven los niños y niñas del Siglo XXI toda la parafernalia de la Epifanía de los Santos Reyes Magos.
La hierba para los camellos y todo lo demás no serán imprescindibles. A lo mejor ya los Reyes no necesitan tan rústicos presentes y solo necesitan de un teléfono inteligente para comunicarse con su Almacén de Regalos en el Oriente para “saber que todo está en orden y que ningún niño se quedé sin ver cumplidos sus deseos”.
Hace mucho tiempo cuando éramos niños, en la prehistoria de la democracia moderna dominicana, despertábamos a las 4 de la mañana a jugar con nuestros nuevos regalos sin tomar en cuenta que tanto el ron como el cigarrillo Cremas de La Tabacalera siguen intactos y que la hierba fue despreciada por los camellos.
Nada de eso importaba. Lo que importaba era salir a la calle en plena oscuridad a arrastrar el camioncito que no queríamos pero que resignados hacíamos correr con nuestras manos en plena acera sin temor a delincuencia alguna.
La bicicleta siempre era para elegidos. No comprendíamos la distinción, si me porté bien, por qué el vecinito de enfrente no arrastra también un camioncito de bomberos. Pregunta que años después obtuvo una respuesta convincente: no todos somos iguales en este valle de sorpresas, tristezas y alegrías.
De todas maneras, disfruten los regalos de los Reyes Magos. No pierdan la costumbre, adultos y niños, de disfrutar las tradiciones que nos retratan en lo individual y lo colectivo.
No Comment