SANTO DOMINGO. Un día como hoy, hace ya 54 años, un martes 30 de mayo de 1961, a las 9:45 de la noche, en el kilómetro 9 de la carretera de Santo Domingo a San Cristóbal, el auto en el que viajaba el dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina, amo y señor de República Dominicana desde 1930, fue ametrallado en el trasiego una emboscada urdida por los Héroes Nacionales , Modesto Díaz, Salvador Estrella Sadhalá, Antonio de la Maza, Amado García Guerrero, Manuel «Tunti» Cáceres Michel, Juan Tomás Díaz, Roberto Pastoriza, Luis Amiama Tió, Antonio Imbert Barrera, Pedro Livio Cedeño y Huáscar Tejeda.

El vehículo recibió más de 60 impactos de bala de diversos calibres, de los cuales siete impactaron el cuerpo del dictador causándole la muerte. Su chófer, Zacarías de la Cruz, recibió varios impactos, pero no perdió la vida, aunque fue dado por muerto por los ajusticiadores.

Wimpy

Las armas proporcionadas por la CIA habían sido ocultadas por el estadounidense Simon Thomas Stocker «Wimpy», como también se le conocía, propietario del único supermercado del país y residente en la República desde 1942.

Wimpy fue contactado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) bajo el nombre en clave de «Héctor».
Stocker rehusó la remuneración de la CIA por sus esfuerzos, aduciendo su convicción moral.

Las armas fueron ocultadas por más de dos meses, a riesgo personal y de su familia, dentro de un armario pequeño en su estudio, en su residencia privada, hoy ya demolida y que estuvo ubicada en un solar en el lado sur de la avenida Independencia, próximo a la avenida Máximo Gómez.

Algunos afirmaron que dichas armas nunca llegaron a las manos de los organizadores del ajusticiamiento, debido a la supuesta falta de una autorización explícita de la CIA para su entrega.

Esta opinión fue contradicha por testimonios de viva voz, comunicados por Stocker a familiares y personas de confianza, afirmando que las armas fueron entregadas por él a un dominicano, después de haberlas ocultado en su propiedad, según su relato.

No obstante, esa versión fue negada por el único sobreviviente del ajusticiamiento, el general Imbert Barrera, único sobreviviente de la gesta del 30 de mayo de 1961 que decapitó la tiranía
Algunos analistas mencionan que el interés de Estados Unidos en acabar con Trujillo se debió a que la represión de su gobierno podría desembocar en una revolución filocomunista en República Dominicana, similar a la Revolución cubana, que fue una consecuencia del rechazo del pueblo cubano al dictador Fulgencio Batista.

La familia de Trujillo trató de huir con el cuerpo del dictador en su yate «Angelita», pero no fue posible.

Su funeral, realizado el 2 de junio del mismo año, fue el de todo un estadista y una larga procesión lo acompañó desde el Palacio Nacional hasta la localidad de San Cristóbal, donde fue enterrado. Miles de personas de todos los estratos sociales desfilaron ante el féretro con los restos de Trujillo. El entonces presidente Joaquín Balaguer dio el discurso laudatorio.

Salida de los Trujillo

Después de esto, ante la presión popular, la familia Trujillo salió del país y Ramfis Trujillo tuvo que sacar el cuerpo de su padre. Trujillo fue enterrado en París, en el Cementerio del Père-Lachaise, a petición de sus familiares.

En 2009 se generó una controversia en la República Dominicana. En ocasión del 48º aniversario de su muerte, se planteó el traslado de los restos de Trujillo a la República Dominicana, para ser enterrados junto a los héroes nacionales. Esta idea generó un fuerte rechazo popular.

Actualmente los restos de Trujillo se encuentran en un cementerio de la pequeña comunidad de El Pardo, a 25 minutos de Madrid en España, cementerio muy por debajo de las características de los demás cementerios madrileños, en una tumba que probablemente no se asemeja en nada a aquella mandada construir por el dictador en la década de 1950 en su natal San Cristóbal .

Horas después de la muerte de Rafael Trujillo, su hijo Ramfis, quien se encontraba en París, alquiló un avión y regresó a Santo Domingo en las primeras horas del miércoles 31 de mayo, poniéndose de inmediato al frente de la situación y convirtiéndose en el hombre fuerte del país, no obstante el hecho de que Joaquín Balaguer seguía formalmente al frente de la presidencia.

El Servicio de Inteligencia Militar (SIM) y todos los servicios de seguridad del Estado realizaron amplias redadas en todos los sectores de la ciudad, buscando a los victimarios. El 2 de junio de 1961, agentes del SIM irrumpieron en la casa del teniente Amado García Guerrero donde fue asesinado de varios disparos de ametralladora.

El 4 de junio de ese mismo año fueron asesinados otros dos implicados, Juan Tomás Díaz y Antonio de la Maza. El 10 de junio fue apresado y torturado el general José René Román Fernández («Pupo») quien fungía como secretario de las Fuerzas Armadas de la dictadura, al conocerse de su vinculación al complot.

El 18 de noviembre fueron capturados Roberto Rafael Pastoriza Neret, Pedro Livio Cedeño Herrera, Luis Salvador Estrella Sadhalá, Modesto Díaz Quezada, Huáscar Antonio Tejeda Pimentel y Luis Manuel «Tunti» Cáceres Michel. Todos fueron llevados a la «Hacienda María» en San Cristóbal, donde fueron fusilados por órdenes de Ramfis Trujillo.

Poco después, por presiones internacionales, Ramfis y su familia abandonaron el país.