SUECIA El ADN es algo inestable. Todas nuestras células sufren alteraciones a diario provocadas por agentes externos como el tabaco o las radiaciones solares. Sin embargo, estos cambios jamás se traducen en un caos celular.

Hasta los años 70, la comunidad científica no se había preguntado cuáles eran las razones por las que están condiciones se cumplían hasta que el sueco Thomas Lindahl, el estadounidense Paul Modrich y el turco-estadounidense Aziz Sancar se pusieron a investigar qué era lo que realmente sucedía.

Entonces, descubrieron que el cuerpo humano cuenta con una maquinaria molecular que de forma constante repara el ADN y evita su deterioro. Existe todo un complejo sistema de reparación del material genético de las células para impedir que estos cambios se traduzcan en problemas. Y se pusieron a trabajar.
Thomas Lindahl fue el primero en sospechar que las moléculas no eran estables. Comenzó a investigar el tema y corroboró que el ADN tiene sus propios mecanismos para arreglar problemas y conservar la carga genética pese a las alteraciones.

Aziz Sancar centró sus estudios en los sistemas de reparación por escisión de nucleótidos, un mecanismo que subsana los daños causados por las radiaciones ultravioletas y que cuando funciona de forma correcta evita, por ejemplo, que una persona desarrolle cáncer de piel por exponerse a la luz del sol.

Sus trabajos han proporcionado una información fundamental sobre cómo funciona una célula viva, algo que se usa, por ejemplo, para el desarrollo de nuevos tratamientos contra el cáncer

«Cartografiaron, a nivel molecular, la forma en que las células reparan el ADN dañado y protegen la información genética. Sus trabajos han proporcionado una información fundamental sobre cómo funciona una célula viva, algo que se usa, por ejemplo, para el desarrollo de nuevos tratamientos contra el cáncer». Así explicó la Academia Sueca sus contribuciones.

Estos científicos descubrieron que el cuerpo humano cuenta con una maquinaria molecular que de forma constante repara el ADN

Estos científicos descubrieron que el cuerpo humano cuenta con una maquinaria molecular que de forma constante repara el ADN.