MADRID. Los 14 kilómetros que separan España de África son un una tentación demasiado fuerte para miles de emigrantes de países pobres que sueñan con dar el salto a Europa. Aunque sea a costa de jugarse la vida.

De hecho, si se trata de Ceuta, una ciudad autónoma española situada en la orilla africana, la distancia no es más que la separada por una valla o un torno en la frontera. Una distancia mínima pero insalvable en muchos casos debido a la vigilancia policial.

Algo que aprendió el jueves un niño de 8 años de origen subsahariano, al que una joven de 19 años de edad trató de meter en territorio español dentro de una maleta.

De los recuerdos del fracasado intento que tendrá el menor será la claustrofóbica sensación de su pequeño habitáculo y una fotografía de rayos X que delató su viaje y servirá de instantánea para la desesperación de miles de personas que tratan de buscar una vida mejor en el continente africano.

El plan de la joven marchaba según sus deseos. Estaba a punto de cruzar con la maleta, pero su actitud dubitativa cuando vio a los agentes de seguridad en la frontera levantó sospechas.

“Titubeaba mucho y parecía que no quería pasar con la maleta”, le dijo un portavoz de la Guardia Civil española a la agencia EFE.

El padre del niño pagó a una mujer para que lo metiera en España.

Los agentes decidieron finalmente que pasara su maleta por el escáner. Entonces lo vieron: en lugar de ropa se veía la silueta de un niño en una valija que carecía de respiraderos.

“Podría haber tenido un final trágico”, aseguraron las autoridades españolas en un comunicado.

Después de eso se supo la verdad del caso. El padre del niño, un costamarfileño que vivía en España, había pagado a la mujer para que cruzara a su hijo.

Ahora, ambos han sido detenidos y acusados de un presunto delito contra el derecho de los ciudadanos extranjeros. El pequeño, que se llama Abdou, se encuentra bien.